Me he levantado esta mañana con ganas de ser feliz. En mi 45 aniversario.
En una mirada atrás, rápida, me he percatado que soy una persona afortunada, mucho. Con unos padres entregados que aún sin recursos, apostaron por mí y mis hermanos. Y rodeado de gente que me ha querido y me ha permitido crecer y evolucionar. Y sobre todo, me permitieron escrutar mi curiosidad… en la adolescencia, en la tontería, y todo mi después de eso.
El buceo me ha dado todo lo que soy, desde mi familia, hasta mi Harley Davidson. Por eso, hoy, en mi cumpleaños, me he despertado contento, empezando por unas tostadas de tomate en la Terraza del Mar de Rivemar, uno de los lugares más mágicos que he tenido la suerte de disfrutar en este planeta. Y luego, arropado por amigos, nos hemos pegado un buceo simpático en una de las cuevas más divertidas de la Reserva Marina de Cabo Tiñoso.
La CT-12 o de la «Herradura» es una cueva pequeña de no más de 200m de recorrido, con algunas restricciones menores, y varios cambios de profundidad que lo complican todo un poco. Pero que transcurre por 3 ambientes muy diferenciados, que te hacen soñar un viaje por la luna. Y depara sorpresas como un extraño pez cavernícola (Grammonus ater) que solo es posible de ver en este oscuro lugar.
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