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Inicios de la exploración 2006

En diciembre de 2006 nos dirigimos Inma, Juandi y yo, Sergi, con el apoyo de Andy y Pedrito, hacia lo que sería nuestra primera inmersión técnica superando nuestra profundidad límite de -100m. Éste era un supuesto pecio conocido como las rocas del vapor, que un pescador nos había chivado. Un eco de sonda alargado que levanta rápidamente de 4 a 5m del fondo plano.

Estuve navegando la web durante semanas y todos los datos que me llevaran hacia un pecio de esas características en una zona nada habitual para los naufragios. La bahía de Mazarrón, es un lugar de aguas tranquilas y sin escullos ni arrecifes. Así que debiera haber sido una acción de guerra.

El buceo, recuerdo, estuvo lleno de emoción y adrenalina, llegando a un fondo de arena con aguas cristalinas. Me sorprendió una línea negra sobre el fondo que en un principio creí era narcosis o algo raro en mi cabeza… hasta que me di cuenta que no era más que la sombra del cabo de descenso que yo proyectaba sobre el fondo con mi foco. Estaba bajando muy rápido, demasiado rápido. Me clavé en la arena a -103m.

Una experiencia IMPRESIONANTE.

El ancla estaba lejos del pecio, pero me pude orientar, y mi pareja y yo entramos por lo que identificamos la proa. Muy rota y descompuesta. Parecía un pecio muy antiguo, quizás demasiado para tratarse de un resto de 90 años. Pronto nos dimos la vuelta, el tercero del equipo no estaba, había tomado otro rumbo, e Inma no se sentía segura, retornando al cabo del ancla para ascender tras 14 minutos de fondo. Empezaba la larga descompresión y la fijación en la memoria de los artefactos, las formas, los trozos de casco…

Esto fue importante, porque durante la descompresión, tras 95′ en el ascenso, en el paso de la cota de 9m a 6m, un dolor punzante apareció en mi hombro izquierdo, y se lo comuniqué al equipo. Me vi forzado a bajar un poco, y comprobar como en 12m el dolor desaparecía. Con toda SEGURIDAD se trataba de un ¡accidente de Descompresión en el agua!

Cuando ya no me quedaba más O2 para permanecer en 6m, y el frío era insoportable, el dolor lo había conseguido mitigar hasta los 2,5m de profundidad, pero lo suficientemente lacerante como para auto-evacuarme a la UMH (Unidad Médica Hiperbárica de Cartagena). Aún recuerdo el susto de la operadora cuando le relataba la profundidad y tiempo de la inmersión y me preguntaba si el paciente estaba consciente, y le repetía que el paciente es el mismo quien hablaba, ¡Yo!. Allí en la cámara, dibujé el croquis de la proa del pecio que se publicaría en la prensa, una proa destruida por el paso del tiempo y la corrosión del mar.

Exploración para el PAS 2017

Es un pecio infame, volvimos años más tarde y tuvimos otros problemas que no me permitieron ver mucho. Esta vez no fue diferente, cuando la anilla del arnés se partió en dos, y perdí las botellas de bailout deco… las vi caer al abismo negro, cerca del pecio, pero que no pude localizar en la búsqueda de emergencia que realizamos Fran y yo. Habrá que volver a buscarlas.

En esta ocasión ya pudimos explorar la popa del naufragio, e indagar en el estado y restos, como para buscar indicios de la identidad, que sigue sin mostrarse. En esta ocasión la mar estaba espléndida, y tenemos un vídeo de lo que pudimos encontrar.

Localizamos el motón de popa, una pieza que solía realizarse de bronce con el grabado del nombre y fecha de construcción. Pero este parecía tener una moldura de madera, que había sido comida ya por la broma, imposibilitando la identificación.

Los restos fantasmagóricos del pecio, se mantienen erguidos sobre un fondo yermo de arena, muy cerca del cantil que desciende rápidamente hacia el abismo de 1700m. Una terraza indómita coronada por un hierro que se oxida lentamente en el transcurso de los años. Testigo secreto de una época que se nos sigue ocultando y que no conseguimos descubrir, no puedo apaciguar esa sensación curiosa que me hace soñar inquieto antes de cada inmersión.

Por el momento trabajamos en la hipótesis de que se trate del SS Angelo Parodi, hundido el 13 de diciembre de 1916 por el comandante Max Valentiner del U38, o el esquivo SS Cornubia hundido por el U39, que años más tarde quedaría internado en Cartagena gravemente averiado.

En el primero, los relatos del hundimiento encajan mucho en la posición del hundimiento respecto a la costa y la posición actual del pecio. El comandante Max Valentiner, nos lo relato con pelos y señales en su libro, y hace constar en el KTB (Kriegstauchboot – o libro de bitácora), del que hemos conseguido unos fragmentos para investigar.

 

Datos relevantes del pecio en http://wrecksite.eu/wreck.aspx?144755

En el KTB, el comandante relata la situación en la que se encuentra el asalto y hundimiento del Angelo Parodi. Foto del KTB y traducción por Simone Nägele.

«13.12.1916
11h30 antes del almuerzo

Mar mediterráneo occidental, cerca de Cartagena. Estado del mar 6, mar gruesa, nublado.

Después de perseguir el barco de vapor italiano Angelo Parodi (Génova 3825tn) navegando en lastre. Atacado y detenido (No puedo leer la última palabra en la segunda línea, pero luego dice) la tripulación dejó algunas personas a bordo. Estaban colgando de escaleras de cuerda en el lado de la nave. Sólo después de dirigir los cañones a los botes salvavidas, la gente en las embarcaciones volvió a recuperar sus camaradas. Lo mismo tuvo que ser usado (dirigiendo los cañones) para sacar a 2 personas del agua en los botes de rescate.»

¿Y si fuera el Cornubia?

Pero los restos, la forma y rueda del timón de la popa, caseta de sala de máquinas, las bodegas, etc… y como no, la voladura de la parte de la primera bodega y destrucción de la proa, me sugieren que pudiera ser el Cornubia. No me encajan con los datos que constan del Angelo Parodi, aún a pesar de la excelente descripción y localización del ataque que realizó su verdugo.

La popa del Cornubia y la distribución de bodegas y caseta de sala de máquinas me encajan mucho más con esta imagen, y lo siguiente será bajar de nuevo y medir los restos, comparando manga y eslora, y así descartar el origen. La exploración continúa.

Artículo completo en la Revista Buceadores #116/2018: Angelo o Cornubia